Es el emblema de todos los regresos. La insignia de eso que hoy conocemos como rock & roll. La banda bisagra entre la década del 70, y el rock pesado que vino después. La alquimia fundamental de bajo, guitarra, batería y un cantante furioso en escena. Ante la enorme expectativa (la prensa británica hizo una cobertura intensísima de la previa de este hito del rock), los acordes de "Good times, bad times" sonaron fuerte. Un canoso Jimmy Page en guitarra, un melenudo Robert Plant al frente del micrófono, John Paul Jones correcto y sólido como siempre en el bajo y Jason Bonham cumpliendo el rol de sostener esa pared sonora a golpes de batería, haciendo recordar a su padre John (sólo su propia sangre podía lograrlo)... Señoras y señores: el mayor regreso, el más esperado, la banda emblemática del rock & roll está de regreso. Fue la noche de ayer en el estadio O2 de Londres, en el marco de un homenaje a Ahmet Ertegun, fundador del sello Atalntic y productor de Led Zeppelin y sus gigantesco éxito mundial en la década del 70.
Antes del show de Zep, esutvieron Chris Squire y Alan White de Yes, Keith Emerson (de Emerson, Lake & Palmer) y Simon Curke de Bad Company, sobre el escenario y rindiendo también su homenaje. Luego, ante la atenta mirada de fans jóvenes incrédulos y, sobre todo, nostálgicos seguidores de Zeppelin, el cuarteto subió a escena. Se mantuvieron juntos frente a la batería en el viejo esquema de sus míticas presentaciones en vivo, pero esta vez tuvieron detrás una imponente pantalla de LEDs que cubría todo el fondo de escenario.
Fueron dos horas de show, reseñan los que estuvieron allí presentes (como el periodista de Rolling Stone David Fricke) y todos los éxitos formaron parte de la lista: desde "Stairways to Heaven" a "Dazed & confused" hasta el tremendo y demoledor tándem final en el que demostraron estar intactos: "Whole lotta love" y "Rock & roll".
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