La estrategia empleada por Jefferson Pérez para ganar su tercer mundial de los 20 kilómetros marcha fue distinta. Casi nunca sale a puntear desde la partida, pero ayer lo hizo.
Los 31 grados de temperatura de la mañana japonesa (la prueba se inició a las 08:00 de ese país) y 70% de humedad ambiental eran una combinación letal para pruebas de largo aliento, pero Jeff se arriesgó y puso en práctica una táctica agresiva.
Por eso, al final de la prueba no pudo hacer su típico festejo envuelto en el tricolor patrio. Sus piernas convulsionaron por los calambres y se desplomó en la pista al cruzar la meta.
Tras reponerse por la molestia muscular, el atleta cuencano confesó el porqué ayer quiso utilizar desde el principio una táctica diferente. “Cada competencia es distinta. Hoy no importaba la velocidad, estar fuerte.
Hoy mi estrategia era probar mi valor, mi corazón, y a diferencia de otras ocasiones fui yo quien pasó primero por el primer kilómetro”, reveló.
“Era una estrategia un poco suicida”, añadió, “porque pude quedarme sin fuerzas en el kilómetro 17, o el 18 o el 19, o quizá al entrar al estadio, y si eso sucede los calambres que sentí al cruzar la línea los hubiera sentido antes”.
Pérez, quien salió en una camilla, luego comentó: “No me sucedió nada fuera de lo normal: calambres, contracturas, dolores, todo fue porque la estrategia fue diferente”.
El ecuatoriano también hizo un ejercicio de humildad al recordar que si algo ha aprendido “en 20 años de caminata es a respetar a todos y cada uno de los rivales, porque esto es una competencia de hombres y no de nombres”.
El triple campeón dedicó su medalla de oro al pueblo ecuatoriano porque “esta medalla es más importante para la gente que para los políticos, porque la gente puede decir: si Jefferson lo ha conseguido, yo también puedo hacerlo”.
Jefferson agradeció esta victoria: “Doy gracias a Dios por permitirme estar aquí; a mi país por permitirme representarlo, a Japón y a la IAAF por organizar este campeonato”.
Los 31 grados de temperatura de la mañana japonesa (la prueba se inició a las 08:00 de ese país) y 70% de humedad ambiental eran una combinación letal para pruebas de largo aliento, pero Jeff se arriesgó y puso en práctica una táctica agresiva.
Por eso, al final de la prueba no pudo hacer su típico festejo envuelto en el tricolor patrio. Sus piernas convulsionaron por los calambres y se desplomó en la pista al cruzar la meta.
Tras reponerse por la molestia muscular, el atleta cuencano confesó el porqué ayer quiso utilizar desde el principio una táctica diferente. “Cada competencia es distinta. Hoy no importaba la velocidad, estar fuerte.
Hoy mi estrategia era probar mi valor, mi corazón, y a diferencia de otras ocasiones fui yo quien pasó primero por el primer kilómetro”, reveló.
“Era una estrategia un poco suicida”, añadió, “porque pude quedarme sin fuerzas en el kilómetro 17, o el 18 o el 19, o quizá al entrar al estadio, y si eso sucede los calambres que sentí al cruzar la línea los hubiera sentido antes”.
Pérez, quien salió en una camilla, luego comentó: “No me sucedió nada fuera de lo normal: calambres, contracturas, dolores, todo fue porque la estrategia fue diferente”.
El ecuatoriano también hizo un ejercicio de humildad al recordar que si algo ha aprendido “en 20 años de caminata es a respetar a todos y cada uno de los rivales, porque esto es una competencia de hombres y no de nombres”.
El triple campeón dedicó su medalla de oro al pueblo ecuatoriano porque “esta medalla es más importante para la gente que para los políticos, porque la gente puede decir: si Jefferson lo ha conseguido, yo también puedo hacerlo”.
Jefferson agradeció esta victoria: “Doy gracias a Dios por permitirme estar aquí; a mi país por permitirme representarlo, a Japón y a la IAAF por organizar este campeonato”.
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