
La historia es simple pero su gran mérito fue la ambientación y las aventuras de un niño que recorre el camino hacia la adolescencia a finales de los años 60; su hermano, sus padres, sus amigos y la incipiente novia y todo lo que rodea a un chico que apenas aprende a vivir: esos fueron los Años Maravillosos.
Creo que cada época busca su espacio de nostalgia (si no, no estaría escribiendo ésto, por supuesto) y a finales de los ochentas nos tocó ver una de las series más atractivas, sinceras y bien realizadas y que se ubicaba, por su estreno en Estados Unidos, a veinte años exactos en el tiempo.
De la misma forma que la serie recorre las aventuras del niño, también se transformó en una especie de recorrido a través de los ideales y las pesadillas de una época: Nixon, la guerra de Vietnam, la llegada a la luna, el “final” de los hippies; toda una era la cual es relatada de una forma bastante fiel.
Considerada una de las 20 mejores series de los ochentas, The Wonder Years tuvo un ciclo “maravilloso” y al final los niños crecieron; en el último capitulo de la serie Kevin Arnold nos explica lo que pasó con cada quien (nunca se casó con Winnie, por cierto) y de como terminaron la parte de su vida relatada en la serie, siempre en retrospectiva y con enorme dejo de nostalgia.