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viernes, 7 de septiembre de 2007

Un grande se nos fue...Luciano Pavarotti.

Miles de personas desfilaron el viernes ante el féretro blanco de Luciano Pavarotti en la capilla ardiente emplazada en la catedral de Módena, para despedir al notable tenor cuya voz y carisma cautivaron al mundo.
Más de 10.000 personas han visto los restos del hijo dilecto de la ciudad desde el jueves por la noche, cuando se permitió el acceso del público horas después de la muerte del tenor, según funcionarios municipales.El féretro estaba rodeado de coronas de flores y el difunto estaba ataviado de blanco, con su tradicional pañuelo blanco y un rosario en las manos, y a sus pies un velo rojo con una clave de sol bordada."Es terrible, era un gran hombre, como que todo tiene que terminar alguna vez", comentó Maurizio Trincani, uno de quienes concurrieron temprano a visitar al astro operístico, que murió el jueves en su ciudad natal a los 71 años, después de luchar un año con un cáncer de páncreas.La catedral de Módena reabrió poco después del alba el viernes. La exposición pública debía cerrar a medianoche para reabrir el sábado por la mañana antes del funeral.La multitud aplaudió en señal de respeto cuando los portadores llegaron a la catedral con el féretro. Cuando salga rumbo a su descanso definitivo, el equipo de aviadores de precisión de la fuerza aérea italiana, las Flechas Tricolores, sobrevolarán el lugar para pintar el aire con los colores de la bandera nacional, dijo una agencia noticiosa.Pavarotti dejó profunda huella entre los melómanos con una voz de timbre privilegiado, pero su legado fue mucho más allá del mundo de la ópera. Colaboró por igual con cantantes clásicos y populares para llevar la ópera a las masas.De muchos modos, Pavarotti tributó a la imaginación pública la imagen que esperan de un astro de ópera. Solía usar una colorida bufanda ligera y un sombrero, y aunque no siempre lució barba, era difícil imaginarlo sin ella. Su humanidad voluminosa _al igual que un restaurante de su propiedad en Módena_ atestiguaban su buen paladar.Pero sobre todo su voz diáfana y su dicción perfecta le dieron millones de entusiastas admiradores. "Pavarotti fue la última gran voz italiana capaz de conmover al mundo", dijo Bruno Cagli, presidente de la Academia Nacional de Santa Cecilia en Roma.Al despedir a su hijo más famoso, el ambiente en Módena no era de tristeza ni pesar sino de calidez. Muchos trajeron a sus hijos y millares de fotos del tenor se distribuyeron a la multitud. Otros agradecieron a Pavarotti por lanzar a la fama esta ciudad de 180.000 habitantes cerca del río Po."El es un símbolo de Módena, un símbolo de Italia, es internacional", enfatizó Simone Sarrau, de 32 años, que esperó en fila hasta casi la medianoche del jueves para despedirlo. "Es uno de los nuestros. Es único y siempre lo será".En el funeral estarán la soprano búlgara Raina Kabaivanska, que cantó con Pavarotti, y el tenor Andrea Bocelli, dijo la municipalidad de Módena. El primer ministro Romano Prodi encabezará la lista de dignatarios.

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