Hoy las opciones son muchas más (MP3, CD, PC, minidisc).
Nosotros, los cancheros que usábamos cassette (en la segunda mitad de la década hasta los que no eran cancheros los usaban), teníamos dos opciones: comprar los originales o adquirir los vírgenes para grabarlos.
Esto último, al igual que hoy, era ilegal pero, al igual que hoy, lo hacíamos.
Lo primero era comprarlo. Los había de diversos precios y calidades. Unos medio truchos que a la corta o a la larga te traían problemas, y los de calidad (Basf, Sony o los más usados: los TDK).
Si decidíamos comprar los de calidad, teníamos más cosas que decidir, por ejemplo su duración. Había de 45 minutos (justo para grabar un cassette original completo), de 60 minutos (los más populares) y de 90 minutos (entraba un cassettre original de cada lado pero a algunos grabadores les costaba tirarlos, y si el walkman andaba flojo de pilas, ni lo movía).
Y si ya habíamos decidido de qué duración compraríamos, quedaba un último elemento a decidir: común o de metal (más caros estos últimos). Casi siempre comprábamos el común (a menos que nos quisieramos hacer los platudos).
Nosotros, los cancheros que usábamos cassette (en la segunda mitad de la década hasta los que no eran cancheros los usaban), teníamos dos opciones: comprar los originales o adquirir los vírgenes para grabarlos.
Esto último, al igual que hoy, era ilegal pero, al igual que hoy, lo hacíamos.
Lo primero era comprarlo. Los había de diversos precios y calidades. Unos medio truchos que a la corta o a la larga te traían problemas, y los de calidad (Basf, Sony o los más usados: los TDK).
Si decidíamos comprar los de calidad, teníamos más cosas que decidir, por ejemplo su duración. Había de 45 minutos (justo para grabar un cassette original completo), de 60 minutos (los más populares) y de 90 minutos (entraba un cassettre original de cada lado pero a algunos grabadores les costaba tirarlos, y si el walkman andaba flojo de pilas, ni lo movía).
Y si ya habíamos decidido de qué duración compraríamos, quedaba un último elemento a decidir: común o de metal (más caros estos últimos). Casi siempre comprábamos el común (a menos que nos quisieramos hacer los platudos).

Otra forma de grabar un cassette de otro era hacerlo andar en un grabador y poner el micrófono de otro grabador pegado al parlante. El resultado era desastroso pero no había alternativa para tener un cassette original de un amigo.
O si no, podíamos llevarlo a una disquería (se llamaban así aunque vendieran cassettes) para que nos grabaran los temas que le proporcionábamos en una lista. Esta grabación, obviamente, también era ilegal, pero de mejor calidad y con unos enganches perfectos.
Todo cambió cuando aparecieron los grabadores doble casetera. Nos reuníamos en la casa del amigo que se lo había podido comprar y cada uno de nosotros llevaba sus cassettes y nos pasabamos horas grabando y grabando hasta que todos teníamos en nuestro poder todas las canciones de los otros.

1 comentario:
Gracias por este post, era realmente como vos los contás, me hiciste acordar de un montón de cosas. Te cité en post de mi blog www.aportepositivo.blogspot.com . Saludos!
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